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viernes, 16 de octubre de 2020

 

Juan el distraído

- Mamá, voy a dar un paseo.

- Bueno, Juan, pero ve con cuidado cuando cruces la calle.

- Está bien, mamá. Adiós, mamá.

- Eres tan distraído...

- Sí, mamá. Adiós, mamá.

Juanito se marcha muy contento y durante el primer tramo de calle pone mucha atención.

De vez en cuando se para y se toca.

- ¿Estoy entero? Sí - y se ríe solo.

Está tan contento de su propia atención, que se pone a brincar como un pajarito, pero

luego se queda mirando encantado los escaparates, los coches y las nubes, y , lógicamente,

comienzan los infortunios.

Un señor le regaña amablemente :

- ¡Pero qué despistado eres! ¿Lo ves? Ya has perdido una mano.

- ¡ Anda, es cierto! ¡Pero que distraído soy!

Se pone a buscarse la mano, pero en cambio, se encuentra un bote vacío y piensa : "¿Estará

vacío de verdad? Veamos. ¿Y que había dentro antes de que estuviese vacío? No habrá

estado vacío siempre, desde el primer día..."

Juan se olvida de buscar su mano y luego se olvida también del bote, porque ha visto un

perro cojo, y he aquí al intentar alcanzar al perro cojo antes de que doble la esquina, va y

pierde un brazo entero. Pero ni siquiera se da cuenta de ello y sigue corriendo.

Una buena mujer lo llama:

- ¡Juan, Juan!, ¡tu brazo!

Pero ¡quiá!, ni la oye.

- ¡Qué le vamos a hacer! - suspira la buena mujer -. Se lo llevaré a su mamá.

Y se dirige hacia la casa de la mamá de Juan.

- Señora, aquí le traigo el brazo de su hijito.

- ¡Oh, que distraído es! Ya no sé qué hacer ni qué decirle.

- Ya se sabe, todos los niños son iguales.

Al cabo de un rato llega otra buena mujer.

- Señora, me he encontrado un pie. ¿No será acaso de su hijo Juan?

- Sí, es el suyo, lo reconozco por el agujero del zapato. ¡Oh, que hijo tan distraído tengo!

Ya no sé qué hacer ni qué decirle.

- Ya se sabe, todos los niños son iguales.

Al cabo de otro rato llega una viejecita, luego el mozo del panadero, luego un tranviario, e

incluso una maestra retirada, y todos traen algún pedacito de Juan: una pierna, una oreja,

la nariz...

- ¿Es posible que haya un muchacho mas distraído que el mío?

- Ah, señora, todos los niños son iguales.

Finalmente, llega Juan, brincando sobre una pierna, ya sin orejas ni brazos, pero alegre

como siempre, alegre como un pajarito, y su mamá menea la cabeza, se lo coloca todo en

su sitio y le da un beso.

- ¿Me falta algo, mamá? ¿He estado atento, mamá?

- Sí, Juan, has estado muy atento.

11 comentarios:

Martina del Río dijo...

Que distraído esta Juan!

Carla rivelott dijo...

Veo que es normal cuando se te cae un brazo en ese pueblo

MANOLO dijo...

PUES VOSOTROS/AS SOIS MÁS O MENOS IGUAL DE DESPISTADOS QUE JUAN, ASÍ QUE NO CRITICARLE.

Gonzalo Vargas dijo...

Es vedad, Manolo jajajajaja 😂😂.Muy chula la lectura

Héctor dijo...

Oye Manolo

Alberto perez dijo...

mas larga imposible🤣🤣🤣

cayetanita dijo...

es larga pero chula

hi soy leire dijo...

DIOS que distraido !!!jajajajaj ¿¿es normal que se te caiga una mano y se te olvida ??????? da mucho yuyu

Candela Sánchez Rosety dijo...

Jajajajja, lo lógico es que se le caigua la cabeza

Mario G´. dijo...

Que divertido

Lucas dijo...

Está atentísimo 🙄🙄🙄