Era una mañana fría de invierno. Rubén había dormido a pierna suelta toda la noche. Se estaba desperezando cuando encontró una nota en su mesita de noche. La nota decía así: EL FINAL ESTÁ CERCA.
Rubén tan asustado que bajó corriendo a la cocina. Iba a llamar a su madre cuando se dio cuenta de que no había orinado, así que se fue corriendo al cuarto de baño. Pero estaba ocupado, así que se dio la vuelta fue al otro cuarto de baño.
-Creí que no llegaba -murmuró Rubén. Pero el alivio le duró poco. En cuanto se dio para lavarse las manos y la cara vio otra nota. En esta ocasión, la nota decía: PREPÁRATE PARA UN FINAL APOTEÓSICO.
Rubén salió como un cohete del cuarto de baño. Llegó a la cocina. Allí estaba su madre haciendo cosas. Rubén siempre había pensado que era increíble cómo su madre se las ingeniaba para darle un beso, prepararle el desayuno y organizar la mañana de todo el mundo al mismo tiempo.
Su padre también estaba allí, abrochándose la camisa con una mano y tomando el café con la otra. Rubén no entendía cómo su padre no se daba cuenta de que así tardaba el doble en hacer las dos cosas.
-Mamá, papá, tengo algo importante que deciros -dijo.
-Somos todo oídos -dijeron los dos a la vez. Era el chascarrillo de siempre, pero al menos sabía que había captado su atención.
-He recibido unas notas que me han puesto los pelos de punta -dijo Rubén-. Algo sobre un final cercano y apoteósico.
-Tranquilo, estamos al tanto -dijo su madre.
-Pero ¿es verdad? -dijo Rubén.
-Sí, hijo, a todos nos ha llegado -dijo su padre.
-Y ¿cómo os sentís? -preguntó Rubén-. Es algo raro ¿no?
-Es ley de vida, hijo -dijo su madre-. Empezar, acabar… todo tiene su fin.
-Yo estoy muerto de miedo -dijo Rubén.
-¿Por qué? -preguntó su padre-. Vamos a pasar todos por lo mismo.
-Pues con mayor motivo todavía -dijo Rubén-. Yo no quiero que esto se acabe.
-Bueno, viene otro después -dijo su madre.
-Pero ¿de qué estás hablando? -preguntó Rubén.
-De ese final que está cerca, ese final apoteósico… ¡la fiesta de Fin de Año!
-¡Cómo! -exclamó Rubén-. ¿De eso va todo esto las notitas?
-¿Qué te pensabas que era entonces, hijo? -preguntó mamá.
-Cualquier cosa menos una fiesta -dijo Rubén-. No había caído en el día que era.
-Vamos, desayuna, que están a punto de llegar tus primos -dijo su padre-. Os hemos dejado una lista de tareas para preparar la fiesta.
-Haré las tareas con el mayor placer del mundo -rio Rubén, mientras se acercaba a por su desayuno.
Rubén tan asustado que bajó corriendo a la cocina. Iba a llamar a su madre cuando se dio cuenta de que no había orinado, así que se fue corriendo al cuarto de baño. Pero estaba ocupado, así que se dio la vuelta fue al otro cuarto de baño.
-Creí que no llegaba -murmuró Rubén. Pero el alivio le duró poco. En cuanto se dio para lavarse las manos y la cara vio otra nota. En esta ocasión, la nota decía: PREPÁRATE PARA UN FINAL APOTEÓSICO.
Rubén salió como un cohete del cuarto de baño. Llegó a la cocina. Allí estaba su madre haciendo cosas. Rubén siempre había pensado que era increíble cómo su madre se las ingeniaba para darle un beso, prepararle el desayuno y organizar la mañana de todo el mundo al mismo tiempo.
Su padre también estaba allí, abrochándose la camisa con una mano y tomando el café con la otra. Rubén no entendía cómo su padre no se daba cuenta de que así tardaba el doble en hacer las dos cosas.
-Mamá, papá, tengo algo importante que deciros -dijo.
-Somos todo oídos -dijeron los dos a la vez. Era el chascarrillo de siempre, pero al menos sabía que había captado su atención.
-He recibido unas notas que me han puesto los pelos de punta -dijo Rubén-. Algo sobre un final cercano y apoteósico.
-Tranquilo, estamos al tanto -dijo su madre.
-Pero ¿es verdad? -dijo Rubén.
-Sí, hijo, a todos nos ha llegado -dijo su padre.
-Y ¿cómo os sentís? -preguntó Rubén-. Es algo raro ¿no?
-Es ley de vida, hijo -dijo su madre-. Empezar, acabar… todo tiene su fin.
-Yo estoy muerto de miedo -dijo Rubén.
-¿Por qué? -preguntó su padre-. Vamos a pasar todos por lo mismo.
-Pues con mayor motivo todavía -dijo Rubén-. Yo no quiero que esto se acabe.
-Bueno, viene otro después -dijo su madre.
-Pero ¿de qué estás hablando? -preguntó Rubén.
-De ese final que está cerca, ese final apoteósico… ¡la fiesta de Fin de Año!
-¡Cómo! -exclamó Rubén-. ¿De eso va todo esto las notitas?
-¿Qué te pensabas que era entonces, hijo? -preguntó mamá.
-Cualquier cosa menos una fiesta -dijo Rubén-. No había caído en el día que era.
-Vamos, desayuna, que están a punto de llegar tus primos -dijo su padre-. Os hemos dejado una lista de tareas para preparar la fiesta.
-Haré las tareas con el mayor placer del mundo -rio Rubén, mientras se acercaba a por su desayuno.
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