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martes, 31 de marzo de 2020

El Himno del Cadiz C.F. con dibujos ⚽️ "Me han dicho que el amarillo..."...

OCÉANOS (El Lado Oscuro del Mar Abierto) - Documentales

JUEGO DE LAS CARTAS MULTIPLICATIVAS

Para este juego se necesita: una baraja de cartas (de cada palo se escogen las cartas del 1 al 10, o sea, la sota. Si la baraja tiene 8, 9 y 10, pues se cogen las cartas del 1 al 10 de cada palo), un bolígrafo y una libreta por cada jugador.
Se juega así:
1. El primer jugador coge las dos primeras cartas del mazo y tiene que multiplicarlas.
2. Luego hace lo mismo con las  dos cartas siguientes, y las multiplica también.
3. Luego tiene que sumar las dos cantidades.
4. Todos los cálculos se hacen mentalmente.
5. Los demás jugadores hacen sus cálculos con boli y papel para verificar el resultado.
6. Si ha resuelto los cálculos de manera correcta, no se le apuntará punto ninguno en su marcador.
7. Si es erróneo, se restará las dos cantidades, la correcta y la incorrecta y se le apuntará al jugador la diferencia de ambas cantidades.
8. Se repite el mismo método con el siguiente jugador.
9. Antes de empezar el juego se establece cuántas jugadas se van a hacer.
10. Gana el jugador que, al final del juego tenga una cantidad menor en su marcador. 

VAMOS A RAZONAR UN POQUITO (LUEGO SE LO PODÉIS PREGUNTAR A VUESTROS PADRES Y REÍROS UN RATO) mañana pondré las soluciones en los comentarios


1. Si hoy digo que pasado mañana será sábado, ¿qué día fue anteayer?


      2. Ana tiene más años que Andrea, pero menos que Antonio, ¿quién es más joven de los tres?

    
   3. El puzzle de Ana tiene más piezas que el de Alberto. El puzzle de Aurora tiene el doble de piezas que el de Ana. ¿Quién tiene el puzzle con menos piezas?
   
   4. Ana, Andrés y yo tenemos 30 € entre los tres. Ana y yo tenemos la misma cantidad, Andrés tiene 12 €, ¿cuántos euros tengo yo?



EL CUENTO POR TELÉFONO DE HOY


El país sin punta
Juanito Pierdedía era un gran viajero. Viaja que te viaja, llegó una vez a un pueblo en que
las esquinas de las casas eran redondas y los techos no terminaban en punta, sino en una
suave curva. A lo largo de la calle corría un seto de rosas, y a Juanito se le ocurrió ponerse
una en el ojal. Mientras cortaba la rosa estaba muy atento para no pincharse con las
espinas, pero en seguida se dio cuenta de que las espinas no pinchaban; no tenían punta y
parecían de goma, y hacían cosquillas en la mano. -Vaya, vaya -dijo Juanito en voz alta.
De detrás del seto apareció sonriente un guardia municipal.
-¿No sabe que está prohibido cortar rosas?
- Lo siento, no había pensado en ello.
- Entonces pagará sólo media multa - dijo el guardia, que con aquella sonrisa bien habría
podido ser el hombrecillo de mantequilla que condujo a Pinocho al País de los Tontos.
Juanito observó que el guardia escribía la multa con un lápiz sin punta, y le dijo sin querer:
Disculpe, ¿me deja ver su espada?
-¡Cómo no! -dijo el guardia. Y, naturalmente, tampoco la espada tenía punta. -
¿Pero qué clase de país es éste? - preguntó Juanito.
Es el País sin punta - respondió el guardia, con tanta amabilidad que sus palabras deberían
escribirse todas en letra mayúscula.
¿Y cómo hacen los clavos?
Los suprimimos hace tiempo; sólo utilizamos goma de pegar. Y ahora, por favor, déme dos
bofetadas. Juanito abrió la boca asombrado, como si hubiera tenido que tragarse un pastel
entero.
Por favor, no quiero terminar en la cárcel por ultraje a la autoridad. Si acaso, las dos
bofetadas tendría que recibirlas yo, no darlas.
- Pero aquí se hace de esta manera - le explicó amablemente el guardia-. Por una multa
entera, cuatro bofetadas, por media multa, sólo dos.
- ¿Al guardia?
- Al guardia.
- Pero esto no es justo; es terrible.
- Claro que no es justo, claro que es terrible - dijo el guardia -. Es algo tan odioso que la
gente, para no verse obligada a abofetear a unos pobrecillos inocentes, se mira muy mucho
antes de hacer algo contra la ley. Vamos, déme las dos bofetadas, y otra vez vaya con más
cuidado.
- Pero yo no le quiero dar ni siquiera un soplido en la mejilla; en lugar de las bofetadas le
haré una caricia.
- Siendo así - concluyó el guardia-, tendré que acompañarle hasta la frontera.
Y Juanito, humilladísimo fue obligado a abandonar el País sin punta. Pero todavía hoy
sueña con poder regresar allí algún día, para vivir del modo más cortés, en una bonita casa
con un techo sin punta.


CUENTOS POR TELÉFONO         GIANNI RODARI

ACERTIJETE

Un granjero tiene 10 conejos, 20 caballos y 40 cerdos. Si llamamos “caballos” a los “cerdos”, ¿cuántos caballos tendrá?

sábado, 28 de marzo de 2020


¡¡¡CAMBIO DE HORA!!! ¡LLEGÓ EL HORARIO DE VERANO!

OTRA PÁGINA DE CANTOS DE AVES
Aquí también podéis encontrar las aves que veáis u oigáis.

VAMOS A OBSERVAR NUESTRAS AVES

Os propongo que aprovechemos la oportunidad que nos dan estos días tan raros en los que hay tanto silencio y tan poca presencia humana para observar y oír desde nuestras ventanas, balcones, jardines (quienes lo tengan) a las aves que suelen estar entre nosotros/as y a los que normalmente no prestamos atención o alejamos con nuestra presencia. Así que, proveeros de prismáticos (los que los tengáis) o simplemente busquemos un lugar cómodo y dejemos que se nos acerquen y nos hablen. Si veis u oís alguno,  me gustaría que lo dijerais haciendo un comentario. Aquí os dejo una guía muy chula en la que podéis oír sus cantos solo con pinchar encima del ave. Está en catalán, pero se entiende bien. Los nombres también cambian en ese idioma, pero os propongo que busquéis su nombre en español.

Alí Babá y los Cuarenta Ladrones cuentos infantiles para dormir & animados

DÍA DE LA PAZ 2015: VIVA LA GENTE

ESTE ACERTIJO LO PONEN EN CHINA A LOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE 6 AÑOS

¿En que plaza del aparcamiento está aparcado el coche?

EL ACERTIJO DE HOY ES MUY FÁCIL... O NO.

Una bola y un bate cuestan 1,10 €. El bate cuesta 1 € más que la bola. ¿Cuánto vale la bola?

a) 5 céntimos

b) 15 céntimos

c) 10 céntimos

EL CUENTO DE HOY


El edificio que había que romper
Hace tiempo, la gente de Busto Arsizio estaba preocupada porque los niños lo rompían
todo. No hablamos de las suelas de los zapatos, de los pantalones y de las carteras
escolares, no: rompían los cristales jugando a pelota, rompían los platos en la mesa y los
vasos en el bar, y si no rompían las paredes era únicamente porque no disponían de
martillos.
Los padres ya no sabían qué hacer ni qué decirles, y se dirigieron al alcalde.
– ¿Les ponemos una multa? – propuso el alcalde.
– Muchas gracias – exclamaron los padres -, pero así, los que tendríamos que pagar los
platos rotos seríamos nosotros.
Afortunadamente, por aquellas partes hay muchos peritos. De cada tres personas una es
perito, y todos peritan muy bien. Pero el mejor de todos era el perito Cangrejón, un
anciano que tenía muchos nietos y por lo tanto tenía una gran experiencia en estos asuntos.
Tomó lápiz y papel e hizo el cálculo de los daños que los niños de Busto Arsizio habían
causado rompiendo tantas y tan bonitas cosas. El resultado fue espantoso: milenta tamanta
catorce y treinta y tres.
– Con la mitad de esta cantidad – demostró el perito Cangrejón – podemos construir un
edificio y obligarles a los niños a que lo hagan pedazos; si no se curan con este sistema, no
se curarán nunca.
La propuesta fue aceptada y el edificio fue construido en un cuatro y cuatro ocho y dos
diez. Tenía siete pisos de altura y noventa y nueve habitaciones; cada habitación estaba
llena de muebles y cada mueble atiborrado de objetos y adornos, eso sin contar los espejos
y los grifos. El día de la inauguración se le entregó un martillo a cada niño y, a una señal
del alcalde, fueron abiertas las puertas del edificio que había que romper.
Lástima que la televisión no llegara a tiempo para retransmitir el espectáculo. Los que lo
vieron con sus ojos y lo oyeron con sus oídos aseguran que parecía – Dios nos libre – el
inicio de la tercera guerra mundial. Los niños iban de habitación en habitación como el
ejército de Atila y destrozaban a martillazos todo lo que encontraban a su paso. Los golpes
se oían en toda Lombardía y en media Suiza. Niños tan altos como la cola de un gato se
habían agarrado a armarios tan grandes como guardacostas y los demolieron
escrupulosamente hasta que sólo quedó un montoncito de virutas. Los bebés de los
parvularios, tan lindos y graciosos con sus delantalitos rosa y celeste, pisoteaban
diligentemente los juegos de café reduciéndolos a un finísimo polvo, con el que se
empolvaban la nariz. Al final del primer día no quedó ni un vaso entero. Al final del
segundo día escaseaban las sillas. El tercer día los niños se dedicaron a las paredes,
empezando por el último piso; pero cuando llegaron al cuarto, agotados y cubiertos de
polvo como los soldados de Napoleón en el desierto, se fueron con la música a otra parte,
regresando a casa tambaleantes, y se acostaron sin cenar.
Se habían ya desahogado por completo y no encontraban ya ningún placer en romper
nada; de repente, se habían vuelto tan delicados y ligeros como las mariposas, y aunque
hubiesen jugado al fútbol en un campo de vasos de cristal no hubiesen roto ni uno solo.
El perito Cangrejón hizo más cálculos y demostró que la ciudad de Busto Arsizio se había
ahorrado dos remillones y siete centímetros.
El Ayuntamiento dejó libertad a sus ciudadanos para que hiciesen lo que quisieran con lo
que todavía quedaba en pie del edificio. Y entonces pudo verse cómo ciertos señores con
carteras de cuero y con gafas de lentes bifocales – magistrados, notarios, consejeros
delegados – se armaban de un martillo y corrían a demoler una pared o una escalera,
golpeando tan entusiasmados que a cada golpe se sentían rejuvenecer.
– Esto es mejor que discutir con mi esposa – decían alegremente -, es mejor que romper
los ceniceros o el mejor juego de vajilla, regalo de tía Mirina…
Y venga martillazos.
En señal de gratitud, la ciudad de Busto Arsizio le impuso una medalla con un agujero de
plata al perito Cangrejón.

CUENTOS POR TELÉFONO, GIANNI RODARI

viernes, 27 de marzo de 2020

UNA COPLITA PARA LEVANTAR LOS ÁNIMOS



Juan el distraído
- Mamá, voy a dar un paseo.
- Bueno, Juan, pero ve con cuidado cuando cruces la calle.
- Está bien, mamá. Adiós mamá.
- Eres tan distraído...
- Sí, mamá. Adiós, mamá.
Juanito se marcha muy contento y durante el primer tramo de calle pone mucha atención.
De vez en cuando se para y se toca.
- ¿Estoy entero? Sí - y se ríe solo.
Está tan contento de su propia atención, que se pone a brincar como un pajarito, pero
luego se queda mirando encantado los escaparates, los coches y las nubes, y , lógicamente,
comienzan los infortunios.
Un señor le regaña amablemente :
- ¡Pero qué despistado eres! ¿Lo ves? Ya has perdido una mano.
- ¡ Anda, es cierto! ¡Pero que distraído soy!
Se pone a buscarse la mano, pero en cambio se encuentra un bote vacío y piensa : "¿Estará
vacío de verdad? Veamos. ¿Y que había dentro antes de que estuviese vacío? No habrá
estado vacío siempre, desde el primer día..."
Juan se olvida de buscar su mano y luego se olvida también del bote, porque ha visto un
perro cojo, y he aquí al intentar alcanzar al perro cojo antes de que doble la esquina, va y
pierde un brazo entero. Pero ni siquiera se da cuenta de ello y sigue corriendo.
Una buena mujer lo llama:
- ¡Juan, Juan!, ¡tu brazo!
Pero ¡quiá!, ni la oye.
- ¡Qué le vamos a hacer! - suspira la buena mujer -. Se lo llevaré a su mamá.
Y se dirige hacia la casa de la mamá de Juan.
- Señora, aquí le traigo el brazo de su hijito.
- ¡Oh, que distraído es! Ya no sé qué hacer ni qué decirle.
- Ya se sabe, todos los niños son iguales.
Al cabo de un rato llega otra buena mujer.
- Señora, me he encontrado un pie. ¿No será acaso de su hijo Juan?
- Sí, es el suyo, lo reconozco por el agujero del zapato. ¡Oh que hijo tan distraído tengo!
Ya no sé qué hacer ni qué decirle.
- Ya se sabe, todos los niños son iguales.
Al cabo de otro rato llega una viejecita, luego el mozo del panadero, luego un tranviario, e
incluso una maestra retirada, y todos traen algún pedacito de Juan: una pierna, una oreja,
la nariz.
- ¿Es posible que haya un muchacho más distraído que el mío?
- Ah, señora, todos los niños son iguales.
Finalmente llega Juan, brincando sobre una pierna, ya sin orejas ni brazos, pero alegre
como siempre, alegre como un pajarito, y su mamá menea la cabeza, se lo coloca todo en
su sitio y le da un beso.
- ¿Me falta algo, mamá? ¿He estado atento, mamá?
- Sí, Juan, has estado muy atento.

CUENTOS POR TELÉFONO. Gianni Rodari

malabares 3

malabares 2

malabares 1

Malabares introducción

jueves, 26 de marzo de 2020

EL JUEGO DE HOY: "EL OSO"

El juego de hoy se llama "el oso" y se juega así:
 1. Se necesitan dos bolígrafos (uno rojo y otro azul) y una hoja de papel cuadriculado.
2. Primero hay que dibujar una cuadrícula de 10 cuadros por 10 cuadros (si se quiere una partida más larga se pueden poner más cuadros por cada lado). Cada cuadro medirá dos cuadritos de los de la hoja de la libreta por cada lado. 
3. Uno de los jugadores (o del equipo, si juegan más de dos jugadores) escribirá la O de oso con el boli azul; y el otro, la S de oso con el boli rojo.
4. Empieza el jugador O quien escribirá una O en el cuadro que quiera de la cuadrícula.
5. A continuación, el jugador S escribirá una S en el cuadro que quiera de la cuadrícula, y así, sucesivamente.
6. El objetivo es completar la palabra OSO. El jugador que complete la palabra la tachará poniéndole una raya encima.
7.  Mientras pueda ir completando palabras OSO, continuará el mismo jugador. Cuando ya no pueda completar más será el turno del otro jugador.
8. Se pueden usar letras que ya hayan sido tachadas para formar palabras nuevas.
9. La partida acaba cuando ya no es posible colocar más palabras OSO. Gana el jugador que haya completado más palabras OSO. 

Espero que os guste y os entretenga.

ASÍ SE DIBUJA LA CUADRÍCULA: