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miércoles, 29 de abril de 2020
CUENTO POR TELÉFONO DE RODARI
La anciana tía Ada
Cuando fue muy viejecita, tía Ada
se fue a vivir al asilo de ancianos.
Compartía una pequeña habitación
de tres camas con otras dos viejecitas tan ancianas
como ella.Tía Ada escogió
inmediatamente una butaquita que estaba cerca de la ventana y
desmenuzó una galleta seca sobre
el alféizar.
-¡Bravo, así vendrán las hormigas!dijeron
irónicamente las otras dos viejecitas.
Pero en cambio llegó un pajarillo
del jardín del asilo, picoteó muy contento la galleta y se
marchó.
-Ya ves lo que has conseguido-
murmuraron las viejecitas-.Se lo ha comido y se ha ido
.Igual que nuestros hijos, que se
fueron por el mundo , vete a saber dónde, y ni se acuerdan
ya de nosotras que los criamos.
Tía Ada no dijo nada, pero todas
las mañanas desmenuzaba una galleta seca sobre el
alféizar de la ventana y el
pajarito venía a picotearla, siempre a la misma hora, puntual
como un jubilado, y había que ver
lo nervioso que se ponía cuando no la encontraba
preparada.
Después de algún tiempo, el
pajarillo trajo a sus pequeños, porque había hecho un nido y
habían nacido cuatro, y éstos
también venían todas las mañanas a picotear golosamente la
galleta de tía Ada y hacían mucho
ruido si no la encontraban.
- Ahí están sus pajaritos -
decían entonces las viejecitas a tía Ada con un poquito de
envidia.
Y ella corría, por así decirlo,
con breves pasitos hasta su cómoda y sacaba una galleta seca
de entre el paquete de café y de
caramelos de anís, mientras decía:
- Calma, calma, ya voy.
- ¡Ah- murmuraban las otras
viejecitas-, si basta con poner una galleta seca en la ventana
para que regresaran nuestros
hijos.....! ¿Y los suyos,tía Ada,dónde estan los suyos?
La anciana tía Ada nisiquiera lo
sabía : Quizás en Austria, quizás en Australia; pero ella
parecía imperturbable,
desmenuzaba la galleta para los pajarito y les decía:
- Comed, vamos comed,de lo
contrario no tendréis fuerza para volar.
Y cuando habían terminado de
picotear la galleta:
- ¡Vamos, marchaos! ¿A que
esperáis? Las alas están hechas para volar.
Las viejecitas meneaban la cabeza
y pensaban que tía Ada estaba quizá un poco chiflada,
porque además de ser vieja y
pobre, encima hacía regalos y no pretendía siquiera que le
diesen las gracias.
Luego la anciana tía Ada murió, y
sus hijos no se enteraron hasta cierto tiempo después,
cuando ya no valía la pena hacer
un viaje para asistir a los funerales . Pero los pajaritos
volvieron a la ventana durante
todo el invierno, y protestaban porque la anciana tía Ada no
les había preparado la galleta.
lunes, 27 de abril de 2020
martes, 21 de abril de 2020
CUENTO POR TELÉFONO DE HOY
En la playa de Ostia
A pocos kilómetros de Roma está
la playa de Ostia, adonde los romanos acuden a miles en
verano; en la playa no queda
espacio ni siquiera para hacer un agujero en la arena con una
palita, y el que llega el último
no sabe dónde plantar la sombrilla.
Una vez llegó a la playa de Ostia
un tipo extravagante, realmente cómico. Llegó el último,
con la sombrilla bajo el brazo, y
no encontró sitio para plantarla. Entonces la abrió, le hizo
un retoque al mango y la
sombrilla se elevó inmediatamente por el aire, sobrevolando
miles y miles de sombrillas y
yéndose a detener a la misma orilla del mar, pero dos o tres
metros por encima de la punta de
las otras sombrillas. El desconcertante individuo abrió su
tumbona, y también ésta flotó en
el aire. El hombre se tumbó al amparo de la sombrilla,
sacó un libro del bolsillo y
empezó a leer, respirando la brisa del mar, picante de sal y de
yodo.
Al principio, la gente ni
siquiera se dio cuenta de su presencia. Todos estaban debajo de
sus sombrillas, intentando ver un
pedacito de mar por entre las cabezas de los que tenían
delante, o hacían crucigramas, y
nadie miraba hacia arriba. Pero de repente una señora oyó
caer algo sobre su sombrilla;
creyó que había sido una pelota y se levantó para regañar a
los niños; miró a su alrededor y
hacia arriba y vio al extravagante individuo suspendido
sobre su cabeza. El señor miraba
hacia abajo y le dijo a aquella señora:
-Disculpe, señora, se me ha caído
el libro. ¿Querría usted echármelo para arriba, por
favor?
De la sorpresa, la señora se cayó
de espaldas, quedándose sentada sobre la arena, y como
era muy gorda no lograba
incorporarse. Sus parientes acudieron para ayudarla, y la señora,
sin hablar, les señaló con el
dedo la sombrilla volante.
- Por favor -repitió el
desconcertante individuo-, ¿quieren tirarme mi libro?
- ¿Pero es que no ve que ha
asustado a nuestra tía?
- Lo siento mucho, pero de verdad
que no era ésa mi intención.
- Entonces, bájese de ahí; está
prohibido.
- En absoluto; no había sitio en
la playa y me he puesto aquí arriba. Yo también pago los
impuestos, ¿sabe usted?
Mientras, uno tras otro, todos
los romanos de la playa se pusieron a mirar hacia arriba; y
señalaban riendo a aquel extraño
bañista.
- ¿Ves a aquél? - decían-. ¡Tiene
una sombrilla a reacción!
- ¡Eh, astronauta! - le
gritaban-. ¿Me dejas subir a mí también?
Un muchachito le echó hacia
arriba el libro, y el señor lo hojeaba nerviosamente buscando
la señal. Luego prosiguió su
lectura, muy sofocado. Poco a poco fueron dejándolo en paz.
Sólo los niños de vez en cuando,
miraban al aire con envidia, y los más valientes gritaban:
-¡Señor! ¡Señor!
-¿Qué queréis?
-¿Por qué no nos enseña cómo se
hace para estar así en el aire?
Pero el señor refunfuñaba y
proseguía su lectura. Al atardecer, con un ligero si1bido, la
sombrilla se fue volando, el
desconcertante individuo aterrizó en la calle cerca de su
motocicleta, se subió a ella y se
marchó.
¿Quién sería aquel tipo y dónde
compraría aquella sombrilla?
CUENTOS POR TELÉFONO GIANNI RODARI
CUENTOS POR TELÉFONO GIANNI RODARI
lunes, 20 de abril de 2020
ACERTIJO
ACERTIJO
Cuando yo tenía 6 años, mi hermana menor tenía la mitad que yo. Ahora que tengo 70 años, ¿qué edad tiene mi hermana?
Cuando yo tenía 6 años, mi hermana menor tenía la mitad que yo. Ahora que tengo 70 años, ¿qué edad tiene mi hermana?
lunes, 13 de abril de 2020
martes, 7 de abril de 2020
EL CUENTO POR TELÉFONO DE HOY, MARTES SANTO
El camino de chocolate
Una vez,tres hermanitos de
Barletta se encontraron, yendo por el campo, con un camino
muy liso y de color marrón.
- ¿Qué será?—dijo el primero.
- Madera no es— dijo el segundo.
- Ni carbón—dijo el tercero
Con el fin de saberlo,los tres se
arrodillaron y dieron una chupadita.
Era chocolate, era un camino de
chocolate. Empezaron a comer un pedacito y luego otro;
llegó la noche y los tres
hermanitos todavía permanecían allí comiéndose el camino de
chocolate hasta que no quedó
siquiera un pedacito. Ya no quedaba ni chocolate ni camino
- ¿Dónde estamos?—preguntó el
primero.
- No estamos en Bari—dijo el
segundo.
- Ni en Mofetta—añadió el
tercero.
No sabían que hacer. Por fortuna
apareció por el lugar un campesino montado en un
carrito.
- Yo os llevaré a casa—dijo el
campesino.
Y los llevó hasta Barletta, hasta
la puerta de su casa. Al descender del carro advirtieron
que éste era de bizcocho. Y
entonces, sin esperar a que se lo dijeran, empezaron a
comérselo y no dejaron ni las
ruedas ni los barrotes.
En Barletta nunca había habido
tres hermanitos con tanta suerte... y quién sabe cuándo los
volverá a haber.
CUENTOS POR TELÉFONO GIANNI RODARI
miércoles, 1 de abril de 2020
NUESTRO CUENTO POR TELÉFONO DE HOY
El país con el “des” delante
Juanito Pierdedía era un gran viajero. Viaja que te viaja,
llegó al país con el “des” delante.
- ¿Pero que clase de país es éste? -preguntó a un ciudadano
que tomaba el fresco bajo un
árbol.
El ciudadano, por toda respuesta, sacó del bolsillo una
navaja y se la enseñó bien abierta
sobre la palma de la mano.
- ¿Ve esto?
- Es una navaja.
- Se equivoca. Esto es una “desnavaja”, es decir, una navaja
con el”des” delante. Sirve
para hacer crecer los lápices cuando están desgastados, y es
muy útil en los colegios.
- Magnífico -dijo Juanito-. ¿Qué más?
- Luego tenemos el “desperchero”.
- Querrá decir el perchero.
- De poco sirve un perchero si no se tiene un abrigo que
colgarle. Con nuestro
“desperchero” todo es distinto. No es necesario colgarle
nada, ya está todo colgado. Si
tiene necesidad de un abrigo, va allí y lo descuelga. El que
necesita una chaqueta no tiene
por qué ir a comprarla: va al desperchero y la descuelga.
Hay el desperchero de verano y
el de invierno, el de hombre y el de mujer. Así nos
ahorramos mucho dinero.
- Una auténtica maravilla. ¿Qué más?
- Luego tenemos la máquina “desfotográfica”, que en lugar de
hacer fotografías, hace
caricaturas, y así nos reímos. Luego tenemos el “descañón”.
- ¡Brrrrr, qué miedo!
- ¡Qué va! El “descañón” es lo contrario al cañón, y sirve
para deshacer la guerra.
- ¿Y cómo funciona?
- Es sencillísimo; puede manejarlo incluso un niño. Si hay
guerra, tocamos la destrompeta,
disparamos el descañón y la guerra queda deshecha
rápidamente.
- Qué maravilla el país con el “des” delante.
CUENTOS POR TELÉFONO GIANNI RODARI
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